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PASARÁN NAVIDAD SIN UN TECHO

Agencias
FRONTERA, TABASCO.- La luz de la veladora parecía una chispa insignificante en medio de la oscuridad, pero caía sobre la madera ennegrecida e iluminaba completamente las caritas de yeso de los santos y los retratos de algunos antepasados de la familia Sánchez Domínguez. Los jefes del clan estaban afuera, platicando debajo de las estrellas con otros dos parientes, también mayores.
Eran como las siete de la noche. Los hijos, siete en total, la mayor de 14 años y el menor de siete meses, y en medio cinco niñas de 12, 11, 9 y cinco años de edad, estaban dentro de la casa, ajenos a la plática de los grandes, metidos en su juego.
La casita donde vivían parecía frágil, como si un ventarrón la fuera a tumbar, pero las delgadas láminas de zing y la enmohecida madera habían resistido las pasadas lluvias y protegido a sus 11 moradores. Tanto adentro como afuera parecía que sería un cierre hermoso de martes, los mayores y los niños pronto dejarían de platicar y jugar y se acostarían en su pequeña casa que resultaba grande por el número de personas que vivían ahí, y cada uno se entregaría al sueño. Pero no. Esa misma luz anaranjada que bailaba para los santos y los fieles difuntos crecería como un monstruo bilioso y devoraría la casa, los muebles, la ropa, los enseres y los sueños de sus once integrantes.
SE QUEDARON CON LA ROPA QUE TRAÍAN
A las 7:15 de la noche, según reportes de los cuerpos de emergencia, arribarían a la calle Eusebio Castillo, entre las vías Morelos y Allende, integrantes del cuerpo de bomberos. Nada pudieron hacer porque en cosa de minutos la lengua voraz de las llamas lo consumió todo. Las palmeras se recortaban con fondo naranja ya que el fuego era visible a varias cuadras a la redonda. De acuerdo al testimonio de los cabeza de familia, el fuego comenzó porque la veladora cayó sobre la mesa y agarró combustión. El padre y la madre y otros dos adultos mayores entraron rápidamente al hogar y lo primero que hicieron fue poner a salvo a los infantes.
El chico de cinco años y el recién nacido de siete meses fue sacado de su cunita en brazos por el padre y puesto a salvo. Los otros niños asustados salieron por su propio pie, huyendo de las llamas, y luego viendo tristemente cómo todas sus pertenencias acababa en cenizas. Sobre la tierra renegrida quedaron algunas láminas retorcidas y algunos horcones que sirvieron de trabes para sostener el techo.
Vecinos de la familia Sánchez Domínguez nada pudieron hacer por salvar algún objeto de utilidad.
Al contemplar a los pequeños arrinconados sobre el cofre de un auto expresaron un llamado de solidaridad en estas épocas decembrinas, para que se solidaricen con esta familia que prácticamente quedo en la calle, pues no tienen en donde dormir, por lo que necesita algunos colchones, así como ropas para las niñas, los niños y los adultos, pues solo quedaron con la ropa de encima.